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Alta Relojería

Girard-Perregaux es uno de los pocos relojeros que mantienen la condición de Manufactura desde hace más de doscientos años, gracias al dominio interno de todas las técnicas relojeras necesarias. Diseñamos, desarrollamos y producimos todos los componentes esenciales de nuestros relojes. Nuestros excepcionales calibres de Alta Relojería hacen visible lo invisible para revelar el arte inherente a la ingeniería de precisión. La escala de tolerancia de nuestra producción se mide en micras —la milésima parte de un milímetro—, un dato que pone de manifiesto la pericia de nuestros relojeros.

El origen del puente

1860

 

El origen del tourbillon con tres puentes se remonta a la década de 1860. Constant Girard-Perregaux dio un gran vuelco a la relojería, pues convirtió el puente, hasta entonces un elemento técnico oculto, en un componente de gran visibilidad y en parte integral del diseño del reloj. Lo consiguió rediseñando los puentes en forma de flecha y disponiéndoles en paralelo y, más de 150 años más tarde, su exclusivo diseño continúa vivo en el interior de nuestro actual tourbillon con tres puentes, lo que lo convierte en el movimiento más antiguo que fabrica hoy en día la industria relojera.

Componentes

De 400 a 600

 

Nuestros relojes de Alta Relojería incorporan algunas de las complicaciones de relojería más complejas que existen, como los tourbillones triaxiales, los planetarios y la repetición de minutos. Tal complejidad hace necesario un mayor número de componentes; por ejemplo, el tourbillon triaxial con repetición de minutos incluye habitualmente 518 componentes, de los que 145 son necesarios tan solo para la jaula del tourbillon. Esta espectacular complicación gira sobre tres ejes diferente durante un período de dos minutos, mientras su mecanismo de repetición de minutos emite un nítido sonido proveniente de su caja de titanio.

Componentes de la jaula de tourbillon

80

 

La jaula de un tourbillon de un solo eje de Girard-Perregaux incluye 80 componentes, que no miden más de 13 mm de diámetro y que apenas pesan 0,3 gramos. Se trata de medidas que permiten apreciar la escala y el nivel de atención que manejan nuestros maestros relojeros en su trabajo. La firma de diseño de los tourbillones de GP —reconocibles al instante por su forma de lira— se introdujo por primera vez en los relojes de bolsillo diseñados por Baute en la década de 1800.

Horas de trabajo

40

 

El grupo de tres puentes de oro de La Esmeralda requiere 40 horas de trabajo de acabado en nuestro atelier, es decir, una semana completa de trabajo dedicada a solo 3 componentes de los 310 que forman parte del reloj. Se trata de un trabajo en el que los puentes se biselan, se pulen, se satinan y se redondean completamente a mano y utilizando herramientas tradicionales como varas de madera, papel abrasivo, limas de piedra y pastas de pulido con base de diamante.

Minutos de pulido por tornillo

10

 

Un solo tornillo de nuestros movimientos de Alta Relojería requiere 10 minutos de pulido. Se trata de un procedimiento, realizado a mano en nuestros ateliers, que consiste en sujetar el tornillo por su cabeza sobre una placa de zinc, que se ha revestido anteriormente de pasta diamantina. El relojero entonces frota el tornillo contra esta pasta, ligeramente abrasiva, hasta que consigue el brillo de un espejo. En la Casa —cómo no podía ser de otra forma en nuestra incansable búsqueda de la belleza, incluso si esta no se ve— se pulen todos los tornillos, incluso aquellos que van ocultos en el interior del movimiento.

Maestro relojero

1

 

Nuestros relojes de Alta Relojería, la especialidad de Girard-Perregaux, son ensamblados y montados por un único relojero desde el principio al final. Los maestros relojeros de la Casa dominan, en consecuencia, todas las etapas del proceso, desde el montaje de la pulsera hasta la colocación del martillo y los gongs de un repetidor de minutos o el ensamblaje de la jaula de un tourbillon triaxial. El relojero no solo garantiza la continuidad de su arte, sino que también aporta su toque personal al reloj, por lo que, de algún modo, también comparte parte de su esencia.